Los universitarios, más vinculados con el mundo educativo que personas de más edad, los que reconocen en mayor medida su preocupación por resultar competitivos en el mercado laboral. Así, el 63% de ellos dice haber mejorado su formación en el último año, seguidos de los titulados con estudios de Bachillerato (53%) y de los titulados en Formación Profesional (49,6%).
Según Randstad, es lógico que los jóvenes de entre 16 y 25 años, cuya tasa de paro se ha disparado con la crisis, sean los más preocupados por mejorar su formación. De hecho, también son ellos los que más tiempo ha dedicado a mejorar su currículum, con un 61,6% de respuestas, seguidos de los trabajadores de 25 a 29 años (55,9%). De esta forma, el perfil del trabajador con más interés en aumentar su formación se corresponde con el de una mujer joven, universitaria y con poca experiencia laboral.
La mayoría no trabaja en lo que ha estudiado
Al igual que sucedía hace un año, la encuesta de Randstad revela que la mayor parte de los trabajadores, en concreto dos de cada tres, no desempeñan una actividad laboral relacionada con su formación. Eso les sucede, sobre todo a los hombres, pues las mujeres parecen conseguir equiparar puesto de trabajo y formación.
Los universitarios reconocen en mayor medida que sí trabajan en lo que han estudiado, al menos así lo afirma la mitad de los consultados, mientras que los titulados en Formación Profesional sólo consiguen esta equiparación en el 34% de los casos. Según Randstad, este aspecto se ha visto influido por la crisis económica, que ha favorecido a los universitarios y perjudicado a los titulados de Formación Profesional. Los primeros encuentran ahora empleos más relacionados con sus estudios que hace un año, al contrario de lo que les ha ocurrido a los segundos.
«Los trabajadores prefieren sacrificar su profesión antes que quedarse sin empleo», afirma Randstad, que añade que ello no es obstáculo para frenar su vocación. Así, casi el 60% optaría por recibir la misma formación si pudiera repetir, frente al 42% que admite que la cambiaría. Las más satisfechas con su educación vuelven a ser las mujeres, pues dos de cada tres volvería a estudiar lo mismo, frente a los varones, que sólo lo harían en la mitad de los casos.